El peor día

La gente que no lo ha vivido suele pensar que uno de los peores días en la vida de una persona es el funeral de alguien cercano, un padre, una madre, un hijo, un hermano. La verdad es que las personas que lo hemos vivido sabemos que ese es el día fácil. Es cuando todo parece una pesadilla que da mucho miedo, pero como toda pesadilla piensas que terminará pronto. Es cuando todos te visitan y te consuelan, eres el centro de la atención y todos hacen su mejor esfuerzo por hacerte sentir bien. Eso es muy feo, pero es fácil. Ahí se te permite ser débil, se te permite llorar y derrumbarte. Los días difíciles son los que vienen después, cuando pasan dos semanas, un mes, y te das cuenta de que la pesadilla no termina y nunca va a terminar. Las noches difíciles son las de soledad en las que te das cuenta que darías lo que fuera por un abrazo. Los días de celebración de logros, en los cuales a pesar de la felicidad, la nostalgia te embarga y miras al Cielo deseando con todas tus fuerzas que haya alguien mirándote de vuelta y sonriendo. Los días difíciles son los de visitar una tumba y mirar su nombre fijamente en una placa de metal, llevar flores con la esperanza de que eso cubra todas las veces que no se las llevaste en vida. Los días terribles son aquellos en que no sabes cómo moverte, no sabes cómo funcionar porque la tristeza es simplemente demasiada para soportarla. En los que realmente tienes que buscar en lo más profundo de tu alma por fuerzas para poder seguir porque el mundo sigue girando a tu alrededor y tú no sabes llevar el paso.


El día de un funeral marca el comienzo del resto de tu vida como una persona diferente, con una carga que llevar en tu corazón por el resto de tus días. Es algo que no se irá, no se hará más liviano, no se hará más fácil. Eventualmente aprendes a llevarla, a aceptarla y a hacerla parte de ti, porque siempre será así.


"Los detalles, las pequeñas cosas, lo que parecía no importante son las que más invaden mi mente al recordarte..."

Mi estrella fugaz

Una noche de desenfreno
y muchas de arrepentimiento
Fuiste mi delirio
y mi dulce tormento

Tus ojos claros inocentes
pronto serían mi perdición
Una conexión que me asusta y me emociona,
fuiste mi pasión

Hubo que decir adiós,
mi estrella fugaz
Me iluminaste y así como llegaste,
te fuiste sin mirar atrás


22/02/2014

Vacío

Cada día es una carrera contra mí misma, contra el vacío en mi vida. Corro, me escondo en el trabajo, me escondo en la música, corro entre todas las cosas que tengo que hacer, evito pensar y siento que llevo la delantera. Hasta que al final del día, el vacío siempre me alcanza y me gana. Con tantas cosas que tengo, tantos proyectos, tanto trabajo, tanta “vida por delante”, siempre soy malagradecida y la soledad me invade la vida, y me dice que nada de lo que tengo sirve, si mi vida está <>. Al final del día sólo quedan promesas sin cumplir <>, falsos te quiero <>, un lugar frío al que llegar <>, ningún sitio donde esconderse. Si con todas estas cosas el vacío no se llena, ¿entonces con qué? ¿Cómo se afronta? Sólo sé huir...

Life's too short to even care at all...


Cartas: 9/10

Querido compañero,

¿Qué me está pasando? Tengo mucho miedo estos días. Ya no me siento como antes, todo está cambiando más rápido de lo que puedo asimilar. ¿Por qué están pasando estas cosas? no creo que me las merezca, o tal vez mi mente está muy nublada para poder ver la realidad. ¿Tú crees que sí me lo merezco? bueno, tal vez sí me las merezco, pero no las quiero. Como sea, ¿por qué tiene que pasar todo tan junto? No sé qué pasa, no puedo entenderlo. Me siento rara, como si no pudiera recordar la última vez que fui verdaderamente feliz, o la última vez que pasé dos días seguidos sin insomnio, sin sentirme perseguida por esta depresión. Tú me conoces, sabes la rapidez con la que me pongo triste. Pero esto es diferente, es más intenso y me aterra, no sé qué hacer.
De verdad, he intentado sonreír más estos días, pero mis intentos parecen vacíos, sin significado alguno. ¿Te has preguntado alguna vez por qué estás aquí, por qué vives? Me lo pregunto constantemente, desde que tengo uso de razón. Siempre puedo encontrar una respuesta, y hasta varias, rápidamente. Pero últimamente no puedo... Amigo, ¿qué me pasa?

Extraño la persona que solía ser, tan emocionada con la vida. La nostalgia se apodera de mí rápidamente. Desearía volver a esa época donde mi mayor preocupación era qué sabor de helado escoger, y mi mayor arrepentimiento era desear haber escogido otro sabor. Escribiendo eso noté lo tonto que suena, pero es así. Quiero volver a esa ingenuidad, a esa inocencia que me caracterizaba y todos notaban en mí. Quisiera que estuvieras aquí y me hicieras sentir protegida y tranquila, que me abrazaras y me dijeras que todo estará bien.

Hoy intenté salir, intenté distraerme como siempre me dices que haga. Por un rato me sentí muy bien, me reí y hasta me sentí feliz. Pero los momentos de felicidad son cada vez más cortos. Tengo que cambiar, tengo que volver a ser quien era. Debo recuperar mi pasión y mis fuerzas, las tengo escasas estos días. Pero hay algo que me está impidiendo avanzar y no sé qué es. Tú me conoces mejor que nadie, por favor ayúdame a entender qué está sucediendo con mi vida, ayúdame a deshacerme de este miedo que me atormenta... Seguiré intentando, siempre.

No me olvides,



G.

Cartas: 10/10

Querido amigo,



Quiero advertirte que cuando hayas leído la mitad de esta carta quizás empezarás a sentir miedo por mí. Quiero que no te preocupes y leas hasta el final. No me busques más pues ya no puedo seguir escribiéndote. No te pongas triste, eventualmente todo se termina, y creo que ya es momento de darle fin a esta serie de cartas.


He estado pensando en eso que desde chicos nos han dicho: "debes estudiar para que seas alguien", "esfuérzate para que seas alguien", "trabaja duro para que seas alguien", y así lo he hecho toda mi vida. Ahora llego a un punto donde no quiero ser alguien, simplemente no quiero ser.
Intenté hacer lo correcto y me salió mal. Me equivoqué, hice lo incorrecto, y me salió tan bien que no pude dejar de hacerlo. Ya no puedo vivir este día a día que me recuerda lo que he hecho, lo que he perdido, lo que fui y lo que nunca seré. Ya no puedo vivir de decepción en decepción. No puedo despertar cada día pensando si lo merezco o no, pues la vida es injusta y no me valoras a pesar de todo lo que haga. Si buscas con cuidado en mis cartas anteriores, encontrarás a qué me refiero con estas cosas. A veces me gustaría que lo hubieses notado a tiempo, antes de convertirme en lo que soy ahora...
Pido perdón a todos aquellos a los que hice daño, y doy gracias a todos los que me perdonaron. Pido que no llores por mí, pues no quiero causarte más sufrimiento. Te pido que seas fuerte como yo no he podido serlo, que busques una salida aunque yo no la haya encontrado. Sonríe aunque duela, mira al cielo y piensa en mí. Así, quizás todo esto haya valido para algo.
Lamento no haber dado más. Lamento no haber sido suficiente. Lamento todo lo que causé.
Mis intenciones fueron buenas, aunque jamás lo haya parecido.



Me despido pidiéndole perdón a Dios, mis padres y a ti. Me despido con una lágrima amarga que se desliza por mi mejilla, pero también me despido en paz, pues al fin, todo se termina.





Esta vez mi última frase será la contraria a la usual:




Olvídame...




G.