El peor día

La gente que no lo ha vivido suele pensar que uno de los peores días en la vida de una persona es el funeral de alguien cercano, un padre, una madre, un hijo, un hermano. La verdad es que las personas que lo hemos vivido sabemos que ese es el día fácil. Es cuando todo parece una pesadilla que da mucho miedo, pero como toda pesadilla piensas que terminará pronto. Es cuando todos te visitan y te consuelan, eres el centro de la atención y todos hacen su mejor esfuerzo por hacerte sentir bien. Eso es muy feo, pero es fácil. Ahí se te permite ser débil, se te permite llorar y derrumbarte. Los días difíciles son los que vienen después, cuando pasan dos semanas, un mes, y te das cuenta de que la pesadilla no termina y nunca va a terminar. Las noches difíciles son las de soledad en las que te das cuenta que darías lo que fuera por un abrazo. Los días de celebración de logros, en los cuales a pesar de la felicidad, la nostalgia te embarga y miras al Cielo deseando con todas tus fuerzas que haya alguien mirándote de vuelta y sonriendo. Los días difíciles son los de visitar una tumba y mirar su nombre fijamente en una placa de metal, llevar flores con la esperanza de que eso cubra todas las veces que no se las llevaste en vida. Los días terribles son aquellos en que no sabes cómo moverte, no sabes cómo funcionar porque la tristeza es simplemente demasiada para soportarla. En los que realmente tienes que buscar en lo más profundo de tu alma por fuerzas para poder seguir porque el mundo sigue girando a tu alrededor y tú no sabes llevar el paso.


El día de un funeral marca el comienzo del resto de tu vida como una persona diferente, con una carga que llevar en tu corazón por el resto de tus días. Es algo que no se irá, no se hará más liviano, no se hará más fácil. Eventualmente aprendes a llevarla, a aceptarla y a hacerla parte de ti, porque siempre será así.


"Los detalles, las pequeñas cosas, lo que parecía no importante son las que más invaden mi mente al recordarte..."

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